sábado, 4 de octubre de 2014

EL ARTE DE LA GUERRA


EL ARTE DE LA GUERRA.

SUN- TZU

Este libro es todo un conjunto ordenado de reflexiones que nos ayudan a comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución más ventajosa y que no siempre consiste en un enfrentamiento.

La regla principal en las artes marciales: la estrategia es superior a la violencia y la inteligencia mejor que la brutalidad.

La esencia de la filosofía de Sun- Tzu sobre la guerra descansa en dos principios: la estrategia es superior a la violencia (El Arte de la Guerra se basa en el engaño) y la inteligencia mejor que la brutalidad (El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar).

El Arte de la Guerra tiene muy en cuenta tres cuestiones: el terreno, el enemigo y el clima.

El terreno es el mercado en el que competimos con nuestros enemigos, y el clima es el entorno en el que se desarrolla dicha competencia.

Hay seis tipos de terreno:

1.       Tong: se refiere a aquellos terrenos que podemos atravesar con la misma facilidad que nuestros adversarios. Para nosotros el terreno es el mercado. Tenemos que buscar un lugar elevado, con una amplia visión en los mercados en los que deseamos operar. También hemos de tener presente que debemos mantener siempre protegidas las vías de aprovisionamiento.

2.       Gua: se refiere a aquellas situaciones, altamente arriesgadas en las que nuestra única oportunidad de éxito consiste en huir hacia delante. En este caso nuestros competidores no deben saber que no podemos volver hacia atrás.

3.       Zhi: indica una situación en la que no tenemos ninguna ventaja sobre nuestros competidores, pero en la que ellos tampoco nos superan. En esta situación son importantes dos actitudes: la humildad y la astucia. Debemos adoptar una actitud humilde a fin de despistar a la competencia, y no hemos de pasar al ataque hasta que la competencia baje las defensas.

4.       Ai: llamado “el terreno estrecho”, alude a una posición de liderazgo que debemos tomar antes de que lo hagan nuestros competidores (el enemigo). Desde esta posición nos defenderemos mejor de su competencia. Pero si el que la ocupa es él, hemos de evitar cualquier acción agresiva, buscar nichos en los que podamos estar más fuertes que ellos y esperar tiempos mejores.

5.       Xian: llamado “el terreno escarpado” o las alturas escarpadas, se refiere a una posición líder en la que únicamente hemos de vigilar los pasos de nuestros competidores a fin de que no nos cojan desprevenidos. Si es nuestro enemigo el que goza de esta posición, deberemos ser prudentes y no atacar. Conviene estar al acecho y tener paciencia.

6.       Yuan: se refiere a una situación que se da pocas vences en la realidad empresarial: nosotros y nuestro  competidor estamos empatados: contamos con los mismos recursos y tenemos la misma fuerza, nos hallamos en una situación en la que es más conveniente pactar o fusionarnos que competir despiadadamente, pues una guerra de precios nos debilitaría y no nos beneficiaría a ninguno de los dos.

LAS CONDICIONES DE LA VICTORIA

Sun – Tzu nos enseña que hay 5 condiciones esenciales para la victoria.

1.       Ganará aquel que sepa cuándo luchar y cuándo no luchar. Se trata de la elección del momento oportuno. El mero hecho de escoger el momento más adecuado otorga ya una ventaja de entrada y proporciona un cierto control de la situación.

2.       Ganará aquel que sepa cómo manejar fuerzas tanto superiores como inferiores. Ante un adversario más potente que nosotros, es preciso ponerse a la defensiva, pero con un adversario más débil podemos atacar.

3.       Ganará aquel cuyo ejército esté animado por el mismo espíritu en todas sus filas. Nos enseña la importancia de la concentración y el peligro de la dispersión.

4.       Ganará aquel que, habiéndose preparado, espere a pillar por sorpresa al enemigo. Si conoces bien al enemigo y te conoces bien a ti mismo, no tienes por qué temer el resultado de cien batallas.

5.       Ganará aquel que posea capacidad militar y cuyas acciones no se vean interferidas por las del soberano.

LAS ENSEÑANZAS ESENCIALES DE EL ARTE DE LA GUERRA

·         Evita el combate que no puedas ganar. Cualquier enfrentamiento supone esfuerzo y posibilidad de ser vencido. Evitándolo nos lo ahorramos.

·         Si quieres estar seguro de ganar, ataca allí donde no haya defensa.

·         El que gana un combate es fuerte, pero el que vence antes de combatir es poderoso.

·         La mayor victoria: vencer sin combatir.

·         Lo que favorece al enemigo nos perjudica a nosotros, y lo que nos favorece a nosotros perjudica al enemigo.

·         El principal objetivo de El Arte de la Guerra es lograr la victoria, no el mantener costosas campañas prolongadas.

·         La excelencia suprema consiste en quebrar la resistencia del enemigo sin luchar.

·         Conquistará aquel que haya aprendido el artificio del engaño. Ese es el arte de la maniobra táctica.

Antes de emprender ninguna acción comercial conviene trazar una estrategia viable y eficaz. La unión hace la fuerza, la guerra debilita a todo el mundo.

TRAZAR PLANES

Se deberían modificar los planes de acuerdo con las circunstancias, cuándo estas sean favorables.

Todo el arte de la guerra se basa en el engaño. De ahí que, cuando podamos atacar, debemos parecer incapaces; cuando utilicemos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando estemos cerca, tenemos que hacer creer al enemigo que nos hallamos lejos; cuando estamos lejos, tenemos que hacerle creer que nos hallamos cerca.

Mostremos nuestros cebos para atraer al enemigo. Finjamos desorden y aplastémoslo.

Si el enemigo está seguro en todos los puntos, prepárate para su ataque. Si tiene una fuerza superior, evítalo.

Si tu oponente posee un temperamento colérico, procura irritarlo. Finge ser débil, para que se vuelva arrogante.

Si se toma las cosas con tranquilidad, no le des tregua. Si las fuerzas están unidas, sepáralas.

Atácalo allí donde no esté preparado, aparece allí donde no t espere.

Las estrategias no se deben divulgar de antemano.

HACER LA GUERRA

Cuando te lances a la verdadera lucha, si la victoria tardase en llegar, las armas de los hombres perderán su filo y su ardor se amortiguará. Una victoria rápida es el principal objetivo de la guerra. Si las cosas se eternizan habrá desgaste moral y material. Hay que tener en cuenta el tiempo como si fuera dinero.

No ha habido un solo caso de un país que se haya beneficiado de una prolongada guerra.

Se debe utilizar al enemigo conquistado para aumentar la propia fortaleza.

ESTRATAGEMAS

En el arte práctico de la guerra, lo mejor de todo es apoderarse del país del enemigo, completo e intacto; destrozarlo y destruirlo no es tan bueno. Así, también es mejor capturar a un ejército que destruirlo. La excelencia suprema consiste en someter al enemigo sin luchar.

Así lo más inteligente es impedir los planes del enemigo; lo siguiente mejor es evitar la unión de fuerzas del enemigo, la siguiente es atacar al ejército del enemigo en el campo y la peor política de todas es asediar ciudades amuralladas. Si vamos a ganar la batalla nos quedaremos con todos los bienes del enemigo, es absurdo destruirlos o dañarlos. La mejor política consiste en utilizar la estrategia y las influencias para convencer al enemigo para que se rinda.

Hay cinco condiciones esenciales para la victoria:

*Ganará aquel que sepa cuándo luchar y cuándo no luchar.

*Ganará aquel que sepa cómo manejar fuerzas tanto superiores como inferiores.

*Ganará aquel cuyo ejército esté animado por el mismo espíritu en todas sus filas.

*Ganará aquel que, habiéndose preparado, espere coger por sorpresa al anemigo.

Cuanto mejor conozcamos nuestro negocio, cuanto más sepamos de nuestra competencia y del mercado en el que nos encontramos más fácil nos será anticiparnos a los movimientos de la competencia y trazar las estrategias que nos harán vencer.

Si conoces bien al enemigo y te conoces bien a ti mismo, no tienes por qué temer el resultado de cien batallas. Si te conoces bien a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victorial que alcances sufrirás también una derrota. Si no conoces al enemigo ni te conoces a ti mismo, sucumbirás en cada batalla.

LA FUERZA

Sun- Tzu dijo: el control de una gran fuerza sigue el mismo principio que el control de unos pocos hombres: sólo es cuestión de dividir su número.

Luchar con un gran ejército bajo tu mando no es diferente a luchar con un ejército pequeño: sólo es cuestión de instituir indicadores y señales.

En la batalla sólo hay dos métodos de ataque, el directo y el indirecto; y, sin embargo, estos dos métodos combinados dan lugar a una serie interminable de maniobras.

El desorden simulado exige una disciplina perfecta, pero el temor simulado exige mucho valor, mientras que la debilidad simulada exige fortaleza.

El orden oculto bajo el manto del desorden es, simplemente, una cuestión de subdivisión; ocultar el valor bajo una apariencia de timidez presupone disponer de una reserva de energía latente; enmascarar la fortaleza con la debilidad se consigue mediante disposiciones tácticas.

PUNTOS DÉBILES Y FUERTES

Sun-Tzu dijo: aquel que llegue primero al campo de batalla y espere la llegada del enemigo, estará fresco para la lucha; aquel que llegue segundo al campo de batalla y tenga que apresurarse para aprestarse a la batalla, llegará a esta exhausto.

Por ello, el combatiente inteligente impone su voluntad al enemigo y no permite que éste le imponga la suya.

Si el enemigo se tomara su tiempo, puede hostigarlo; si dispone de buenos suministros de comida, puede hacerle pasar hambre; si acampa tranquilamente, puede obligarlo a moverse.

Puedes estar seguro de alcanzar el éxito en tus ataques si únicamente atacas aquellos lugares que no están defendidos. Puedes procurar la seguridad de tu defensa si únicamente mantienes posiciones que no puedan ser atacadas.

Maquiavelo: Escucha atentamente la voz del pueblo y haz exactamente lo contrario sin que se note.

Puedes avanzar y ser absolutamente irresistible si te lanzas contra los puntos débiles del enemigo, puedes retirarte y estar a salvo de toda persecución si tus movimientos son más rápidos que los del enemigo.

No debemos dar a conocer a nadie el lugar donde tenemos la intención de luchar; de ese modo, el enemigo tendrá que prepararse contra un posible ataque en varios puntos diferentes; al estar así sus fuerzas distribuidas en muchas direcciones, el número de las que tengamos que afrontar en cualquier punto dado será proporcionalmente menor.

Al tomar disposiciones tácticas, lo mejor que puedes hacer es ocultarlas; oculta tus disposiciones y estarás a salvo de las miradas de los más sutiles espías y de las maquinaciones de los más sabios cerebros.

En la guerra, el camino a seguir consiste en evitar lo que es fuerte y golpear sobre lo que es débil.

El agua configura su curso de acuerdo con la naturaleza del terreno sobre el que fluye; el soldado elabora su victoria en relación con el enemigo al que se enfrenta.

MANIOBRAS

En la guerra, practica la simulación y alcanzarás el éxito.

Concentrar o dividir tus fuerzas es algo que se tiene que decidir según las circunstancias.

Procura que tu rapidez sea la del viento, tu solidez compacta como la del bosque.

En las incursiones y el saqueo, procura ser como el fuego y tan inconmovible como la montaña.

Que tus planes sean tan oscuros e impenetrables como la noche y, cuando te muevas, cae como un rayo.

Reflexiona y delibera antes de efectuar un movimiento.

Mantenerse disciplinado y sereno, a la espera de que aparezcan el desorden y la confusión entre el enemigo, ése es el arte de conservar el autodominio.

No muerdas el cebo que te ofrece el enemigo.

Cuando rodees a un ejército, deja libre una salida. No presiones demasiado duramente a un enemigo desesperado.

VARIACIÓN EN LAS TÁCTICAS

Cuando te encuentres en un país difícil, no acampes. No permanezcas tiempo en posiciones peligrosamente aisladas. En situaciones en las que estés cercado, tienes que recurrir a una estratagema. En una posición desesperada, tienes que luchar.

Hay cinco defectos peligrosos: temeridad, que puede conducir a la destrucción. Cobardía, que conduce a ser capturado. Un temperamento precipitado, que pueda ser provocado por los insultos. Una delicadeza de honor que sea sensible a la vergüenza. Una excesiva solicitud con sus hombres, lo que le expone a la preocupación y a los problemas. Cuando un ejército es arrollado y su líder muerto, la causa se encontrará seguramente en estos cinco peligrosos defectos. Que sean tema de tus meditaciones.

EL EJÉRCITO EN MARCHA

Pasa rápidamente sobre las montañas y mantente en las cercanías de los valles.

Acampa en lugares altos, frente al sol. No escales las alturas para luchar.

Después de cruzar un río, deberás alejarte mucho de él.

Sitúa tus fuerzas en una posición más alta que la del enemigo, frente al sol. No avances corriente arriba para salir al encuentro del enemigo.

Debemos procurar siempre que el peligro se encuentre delante y la seguridad esté detrás.

Cuando el enemigo está cerca y se mantiene tranquilo, significa que se fía de la fortaleza natural de tu posición.

Cuando se mantiene alejado y trata de provocar una batalla, está impaciente de que el otro avance.

Si el lugar donde acampa el enemigo es de fácil acceso, te está poniendo un  cebo.

Las palabras humildes y el aumento de los preparativos son señales de que el enemigo se dispone a avanzar. El lenguaje violento y los amagos de avance, como si se dispusiera a atacar, son señales de que se va a retirar.

Si el enemigo ve la posibilidad de aprovechar una ventaja y no hace esfuerzo alguno por asegurársela, quiere decir que sus soldados están agotados.

Si las tropas del enemigo marchas enérgicamente y continúan frente a las nuestras durante largo tiempo, sin entablar batalla y sin cejar, la situación exige una gran vigilancia y prudencia.

Aquel que no ejerce su capacidad de previsión y toma a la ligera a sus contrincantes, puede estar seguro de que será capturado por ellos.

A los soldados hay que tratarlos primero con humanidad, pero tenerlos bajo control por medio de una disciplina de hierro. Ése es el camino cierto que conduce a la victoria.

EL TERRENO

Del terreno que se puede atravesar libremente por ambos lados se dice que es accesible.

Al terreno que puede ser abandonado, pero que es difícil de volver a ocupar se le llama enmarañado.

Cuando la posición es de tal naturaleza que ninguna de las dos partes ganará nada haciendo el primer movimiento, se dice que es un terreno contemporizador. Cuidado aquí con los cebos, es preferible esperar a que el enemigo se muestre y entonces atacar.

Por lo que se refiere a los pasos estrechos, si puedes ocuparlos el primero, deja en ellos una fuerte guarnición y espera la llegada del enemigo.

Por lo que se refiere a las alturas escarpadas, si consigues adelantarte a tu adversario, deberías ocupar los lugares elevados y soleados y esperar allí a que llegue.

Si el enemigo los hubiese ocupado antes, no lo sigas, retírate y trata de atraerlo fuera del lugar.

Si te hallas situado a una gran distancia del enemigo y la fuerza de los dos ejércitos es la misma, no resultará fácil provocar una batalla y toda lucha irá en tu desventaja.

La prueba de todo gran general es la capacidad para calcular al adversario, de controlar las fuerzas de la victoria y de calcular astutamente las dificultades, peligros y distancias.

El general que avanza sin ambicionar la fama y que se retira sin temer la desgracia, cuyo único pensamiento es proteger a su país y hacer un buen servicio a su soberano, es la joya del reino.

LAS NUEVE SITUACIONES

Cuando un jefe lucha en su propio territorio, es un terreno disperso.

Cuando ha penetrado en territorio hostil, pero sin profundizar a demasiada distancia, es un terreno fácil.

El terreno cuya posesión supone una gran ventaja para cualquiera de los dos bandos, es un terreno contencioso.

El terreno en el que ambos bandos tienen libertad de movimientos es un terreno abierto.

Cuando un ejército ha penetrado en el corazón de un país hostil, dejando en la retaguardia una serie de ciudades fortificadas, está en un terreno grave.

Todo aquel territorio que sea duro de atravesar es un terreno difícil.

El terreno al que se llega a través de estrechas gargantas y desde el que sólo se puede efectuar la retirada por caminos tortuosos, de modo que un pequeño número de soldados enemigos sería suficiente para aplastar a un gran conjunto de nuestros hombres, es un terreno encerrado.

Aquel terreno en el que únicamente podemos salvarnos de la destrucción luchando sin demora, es un terreno desesperado.

No luches en el terreno disperso, no te detengas en el terreno fácil, no ataques en el terreno contencioso.

En terreno grave, acumula el botín. En terreno difícil, mantén continuamente la marcha. En terreno encerrado, recurre a una estratagema. En terreno desesperado, combate.

Si se me preguntara cómo enfrentarse a una numerosa fuerza enemiga bien formada y a punto de marcha para el ataque, diría:”empieza por apoderarte de algo que le sea muy querido a tu contrincante; luego será sumiso a tu voluntad”.

La rapidez es la esencia de la guerra: aprovecha la falta de preparación del enemigo, ábrete paso por rutas inesperadas y ataca lugares desprotegidos.

Empiece incursiones por territorio fértil para suministrar comida a tu ejército.

Al alterar sus disposiciones y cambiar sus planes, consigue que el enemigo no pueda obtener ningún conocimiento definitivo. Al cambiar su campamento de lugar y seguir rutas tortuosas, impide que el enemigo anticipe sus propósitos.

El éxito en la guerra se obtiene acomodándonos cuidadosamente a los propósitos del enemigo.

Si el enemigo dejara una puerta abierta, tienes que precipitarte por ella, con cuidado de que no sea una trampa.

Anticípate a tu contrincante apoderándote de aquello que le sea más querido y procura hacerlo cuando él llegue al terreno.

Al principio, demuestra la timidez y coquetería de una doncella, hasta que el enemigo te ofrezca una apertura; después, imita la rapidez de la liebre que corre y el enemigo ya no dispondrá de tiempo para oponerse.

No te muevas hasta que veas una ventaja; no utilices tus tropas a menos que puedas ganar algo; no luches a menos que la posición sea crítica.
Ningún gobernante debería enviar tropas al campo simplemente para descargar su bilis; ningún general debería librar una batalla simplemente motivado por el rencor

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